La atención es la selección de parte de
la información de entrada para su
procesamiento posterior, la sensación es la experiencia de la
estimulación sensorial y la percepción es el proceso de crear
patrones significativos a partir de la
información sensorial pura.
Estos dos últimos son la base de la conciencia; en conjunto, nos dicen lo que sucede dentro y fuera
de nuestro cuerpo. Algunas de sus características son:
- Los umbrales sensoriales, que son la energía que llega a un receptor debe ser
suficientemente intensa para producir un efecto perceptible. Se llama
umbral absoluto a la cantidad mínima de energía necesaria para generar alguna sensación en una persona el 50 por ciento de las veces y el umbral diferencial o diferencia apenas perceptible (dap) es el
cambio más pequeño en la estimulación que puede detectarse el 50 por
ciento de las veces. En términos generales, cuanto más fuerte sea la
estimulación, más grande debe ser el cambio para ser percibido. De
acuerdo con la ley de Weber, la dap para un sentido dado es una
fracción constante del estímulo original. En la mayoría de los casos,
nuestros sentidos se ajustan al nivel de estimulación que están experimentando, un proceso conocido como adaptación.
- La percepción subliminal. Los mensajes subliminales son mensajes
que caen por debajo del umbral de percepción consciente y que, por
ende, se supone que son percibidos a nivel subconsciente. Algunos estudios han indicado que, en un escenario controlado de laboratorio, la
gente puede ser brevemente influida por mensajes sensoriales que están fuera de su conciencia.
- La percepción extrasensorial (PES)
se refiere a “una respuesta a un evento desconocido no presentado a
ninguno de los sentidos conocidos”. Esta incluye la clarividencia, telepatía y precognición. La mayoría de los psicólogos no descartan por
completo la PES, pero señalan que hasta el momento no se ha verificado su existencia mediante experimentos cuidadosamente controlados.
- Los sentidos son la base fundamental de la percepción y la sensación, a diferencia de la mayoría de los animales, los seres humanos se basan
con mayor fuerza en su sentido de la visión para percibir el mundo.
En el proceso que conduce a la visión, la luz entra al ojo a través de la córnea, luego pasa por la pupila (en el centro
del iris) y el cristalino, el cual se enfoca en la retina. El cristalino
cambia su forma para permitir que la luz se enfoque nítidamente en la
retina. Un punto en la retina, llamado punto ciego, carece de células
receptoras. Directamente detrás del cristalino y sobre la retina se encuentra un punto deprimido llamado fóvea, que se localiza en el centro del campo visual.
La retina de cada ojo contiene los dos tipos de células receptoras
responsables de la visión: bastones y conos. Los bastones, principales
responsables de la visión nocturna, responden a diversos grados de luz
y oscuridad pero no al color. Los conos responden a la luz y la oscuridad así como al color, y operan principalmente durante el día. En la
fóvea sólo se encuentran conos.
La audición empieza cuando las ondas sonoras golpean el
tímpano y lo hacen vibrar. Esta vibración, a su vez, hace que los tres
huesos del oído medio (el martillo, el yunque y el estribo) vibren en
secuencia. Esas vibraciones son magnificadas al penetrar por el oído
medio hacia el oído interno a través de la ventana oval, una membrana
adherida al estribo. En el oído interno, las vibraciones hacen que vibre
el líquido dentro de la cóclea, empujando arriba y abajo a la membrana basilar y al órgano de Corti. Dentro del órgano de Corti se encuentran diminutas células pilosas que actúan como receptores sensoriales de la audición. La estimulación de estos receptores produce señales auditivas que son transmitidas
al encéfalo por medio del nervio auditivo. El encéfalo reúne la información de miles de esas células para crear la percepción de sonidos.
Existen dos teorías básicas que explican
cómo es que diferentes patrones de ondas sonoras se codifican en
mensajes nerviosos, estas son la teoría de lugar afirma que el encéfalo determina la altura tonal al advertir el lugar de la membrana basilar donde
el mensaje es más fuerte y la teoría de frecuencia sostiene que la frecuencia de las vibraciones de la membrana basilar como un todo es
traducida en una frecuencia equivalente de impulsos nerviosos.
El sentido del olfato es activado por sustancias presentes en
moléculas transportadas por el aire a las cavidades nasales, donde las
sustancias activan receptores del olfato altamente especializados que se localizan en el epitelio olfativo. De ahí, los mensajes son llevados
directamente al bulbo olfativo en el encéfalo, de donde son enviados
al lóbulo temporal, lo que da por resultado nuestra conciencia de los
olores. Las feromonas son detectadas por receptores en el órgano
vomeronasal (OVN), el cual envía mensajes a un bulbo olfativo especializado.
Las células receptoras para el sentido del gusto se alojan en
las papilas gustativas de la lengua, las cuales a su vez se encuentran
en las papilas, las pequeñas protuberancias en la superficie de la lengua. Cada papila gustativa contiene un racimo de receptores del gusto, o células gustativas, que ocasionan que las neuronas adyacentes
descarguen cuando son activadas por las sustancias químicas de la comida, enviando un impulso nervioso al encéfalo.
Experimentamos cinco gustos principales: dulce, ácido, salado, amargo y umami (una respuesta al glutamato monosódico y proteínas relacionadas). Todos los otros gustos se derivan de combinaciones de éstos.
El sabor es una mezcla compleja de gusto y olfato.
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